En 1989, con el aval del Instituto de Antropología e Historia, se iniciaron las actividades de restauración y acondicionamiento del antiguo edificio para convertirlo en el Museo del Vidrio, respetando siempre los patrones arquitectónicos de la época y conservando los materiales con que fue construido el inmueble, incluyendo ladrillos, pisos de mosaico, duelas de madera, escaleras y las cuatro columnas de hierro que consolidaban la estructura.
Después de estas labores, un equipo multidisciplinario de museógrafos, investigadores y arquitectos, se encargó de crear y aplicar el proyecto museográfico. Finalmente en 1992, con tres pisos como salas de exhibición para su colección permanente, el Museo del Vidrio abrió sus puertas al público con la misión de rescatar, preservar y difundir la historia del vidrio en México, así como promover una cultura de aprecio al vidrio e incentivar la producción artística con este material.
En la actualidad el espectador puede visitar el “hogar del vidrio mexicano” y dar un recorrido cronológico a través de las distintas etapas de la historia del vidrio en México.
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